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LAIA CORTÉS, ALUMNI DE LA PROMOCIÓN 2000 DE PEDAGOGÍA
“El pedagogo puede ser un gran asesor en cualquier entorno donde las personas requieran formación”.
Laia Cortés es pedagoga y trabaja fuera del aula. Al contrario de lo que pueda parecer, este profesional completísimo, a medio camino entre las habilidades de un psicólogo y la capacidad de comprender un maestro, es necesario hoy, y cada día más, en el mundo de la empresa. El pedagogo sabe cómo se aprende y también como se debe enseñar a adultos y niños, y el futuro de la educación, un debate recurrente, pasa por todo lo que deben decir estos profesionales que reivindican cada vez más una formación vivencial basada en los intereses personales. La escuela del futuro (y también la universidad y las organizaciones) deberá contar con maestros capaces de motivar y seducir, y ser capaz de implementar las nuevas tecnologías y sacar la formación fuera del aula, incorporando espacios outdoor y técnicas innovadoras que catapulten el interés por el saber. Porque sabemos que la motivación es el motor del aprendizaje.
Es decir, que un pedagogo puede estar fuera del aula…
El pedagogo puede estar en todos los ámbitos donde haya personas que puedan crecer. Me dedico al campo de las habilidades interpersonales: management, presentaciones en público, liderazgo, reuniones, gestión del tiempo y todo lo que tenga que ver con la parte más comunicativa, desde la comunicación comercial hasta el ámbito de la atención al cliente. Además, también ejerzo como consultora, en un mundo donde también tiene cabida el pedagogo. Se trata de un profesional con un perfil muy completo: cuenta con formación psicológica y con una formación educativa. Más allá del aula, el pedagogo puede estar en la empresa dando suporte en el ámbito de la formación dentro de la organización porque tiene un conocimiento muy específico sobre cómo organizar el itinerario formativo. Sabe captar las necesidades formativas de las personas y sabe traspasarlas y redactarlas en clave de programa formativo: objetivos, contenidos, evaluación…
¿Qué más hace un pedagogo?
El pedagogo es el teórico de la re-educación. Tiene una mirada muy amplia sobre qué quiere decir formar a las personas y qué es lo que las motiva a aprender. Y con personas no me refiero solo a niños, también a adultos. El pedagogo detecta rápidamente las necesidades formativas y, sobre todo, qué es lo que motiva cada persona. Y, a partir de aquí, sabe plantear una formación para que sea útil desde el primer momento. Ahora está de moda toda la formación vivencial y la pedagogía activa, pero esto ya lo estudié antes del 2000 durante la carrera.
¿Qué significa “formación vivencial”?
La pedagogía activa plantea que la persona debe vivir la experiencia formativa para aprender. Se trata de practicar: hacer rolplayings, dinámicas y, sobre todo, aprender a partir de un marco vivencial. En mi caso, por ejemplo, cuando hago clase imparto la formación vivencial y luego paso a la teoría. Nunca al revés.
¿Qué hace una pedagoga en el mundo de la consultoría?
La consultoría donde yo trabajo se dedica a la formación en habilidades interpersonales y de comunicación. Atendemos a empresas que quieren cambios. Ahora mismo hago formaciones a dos empresas que quieren hacer un cambio en el servicio de atención al cliente.
¿Cómo se hace?
La manera como impartimos la formación es muy vivencial y parte de la práctica, y esta es la clave del cambio que pretenden las empresas cuando llegan a nosotros. El proceso de mejorar el servicio de atención al cliente de una organización parte de una entrevista inicial con el equipo directivo, donde descubrimos qué es lo que quieren trabajar, para qué, con qué objetivos y para conseguir qué cambios. En los casos en que la empresa no pide mejorar un servicio sino optimizar la gestión y la cohesión de uno de sus equipos, nos entrevistamos con cada uno de los empleados. A partir de esta primera entrevista, hacemos un análisis de la situación y del servicio. Hasta podemos investigar previamente haciendo llamadas o visitando la organización como mistery shopper. Y, finalmente, a partir de este análisis, elaboramos una propuesta formativa a partir de los objetivos establecidos per la organización y de les conclusiones que hemos extraído de nuestra investigación y observación. En esta propuesta diseñamos nuevos objetivos, contenidos, metodología y planificación de les sesiones.
A parte de este perfil más técnico de consultora, también se dedica a la formación tanto en la UPC como en Barcelona Activa.
Sí. Me encanta impartir clase. Uno de los cursos que más disfruto impartiendo es el de gestión del conflicto. Los estudiantes preparan una situación laboral que hayan vivido y que les tensione, que les suponga una dificultad para poder trabajar la asertividad, es decir, la capacidad de explicar lo que uno siente y piensa sin herir. La asertividad es clave en el mundo de la empresa. Dominar la comunicación es básico en los tiempos que corren, y también las propias emociones a la vez que entiendes las de la otra persona que tienes delante.
¿A qué más se puede dedicar el pedagogo?
A la gestión de la formación, a la dirección y gestión de equipos escolares y también a la elaboración de programas internos, es decir, a pensar como montar una formación. De hecho, el pedagogo tiene que ayudar al maestro a decidir cómo organizar la formación en el colegio y también en la universidad. Creo que cada universidad debería tener diferentes pedagogos en función de la dimensión del centro, porque este profesional tiene una visión muy holística de la profesión y puede ayudar mucho al docente, sobre todo cuando éste dispone de mucho conocimiento técnico, pero no sabe cómo aplicarlo para que sea aprendido.
El pedagogo puede ser un gran asesor en cualquier entorno donde las personas requieran formación. También puede formar, claro está, pero este rol de asesor es muy importante y útil porque hace que sea capaz de guiar al maestro a hacer su formación amena, efectiva y dinámica. Además, también puede estar en el mundo de la empresa y de la consultoría: Asesorando, formando, organizando los itinerarios formativos del departamento de recursos humanos. Tiene oportunidades también en los ámbitos del ocio, porque puede montar actividades tanto para los adultos como para los niños. Y a los centros de gente mayor, para que reaprendan. La pirámide de la población se está invirtiendo, de manera que cada vez habrá más gente mayor en los hogares y todos queremos seguir aprendiendo.
¿Qué es lo que más le gusta del grado en Blanquerna?
Los seminarios, sin lugar a dudas. Es la parte vivencial, la parte de creación. Es donde creamos cosas y donde, a través del profesor que te acompaña en este proceso, aprendes de verdad, mediante la experiencia y la práctica. Los artículos que leíamos, las reflexiones que hacíamos con los profesores… y también los trabajos que nos encargaban, perqué nos ayudaban a trabajar en equipo y nos enseñaban a presentar en público. Y esta parte me ha marcado de por vida, porque la exposición pública que aprendí en el grado me ha servido para el trabajo que he hecho después: desde los 24 años que me pongo delante de grupos a hacer presentaciones, hasta lo he hecho delante de gente que me triplicaba la edad. Los profesores con experiencia laboral fuera de la universidad también me marcaron: creo que la universidad debe acercarse más a aquello que los estudiantes se encontraran en el mundo laboral a través de profesores que tengan experiencia en el campo de la empresa y no solo en la universidad, que es una esfera muy impermeable.
Per dónde debe pasar la renovación pedagógica de la que tanto hablamos?
Ya se están haciendo cambios en las escuelas. No se puede aprender de memoria. Yo explico el concepto de “fast food cerebral”, que tiene que ver con una parte fisiológica del cerebro. Hace referencia al hecho que el ser humano aprende aquello que le motiva y del que le seduce. Por lo tanto, debemos buscar gente con capacidades comunicativas, gente seductora, que sepa trasmitir aquello que quiere y que sirva para motivar. Y debemos trabajar más en equipo. Además, debemos dejar de impartir tantas clases teóricas. Nuestro cerebro quiere “Fast food”, informaciones cortas, en flash, que se entiendan, sean útiles y gusten. En el caso de los niños debemos hacer una valoración previa de qué intereses tiene cada uno y, a partir de aquí, enseñarle el catalán, el castellano o las matemáticas a través de este interés y de una manera muy vivencial. Porque todo lo que aprendemos de verdad, lo hacemos de forma natural no forzada. Por lo tanto, por un lado, debemos apostar por una formación más vivencial (y aquí las universidades todavía tienen mucho por hacer, más que los colegios), por profesores con experiencia real en el mundo empresarial, por las llamadas Skills (potenciar las presentaciones en público, el trabajo en equipo, las nuevas tecnologías…) para introducir nuevas formas de aprendizaje como, por ejemplo, la gamificación.
Finalmente, además de vivencial, la formación deberá salir del aula: podemos aprender en espacios que no sean el interior de una clase. Además, aunque el alumno, obviamente, tendrá momentos presenciales en clase de dinámica y de compartir, estos también se trasladaran en casa, de forma que el proceso de aprendizaje continuará allí.